Domingo 18 de junio de 1815. Cerca de doscientos mil hombres lucharon en un terreno empapado por la lluvia en lo que en la actualidad es Bélgica: Waterloo. Fue la derrota decisiva para Napoleón y una victoria duramente conseguida para los ejércitos aliados del duque de Wellington y los prusianos dirigidos por el leal Blücher. Tras ella, el emperador francés partió a su exilio definitivo en la isla de Santa Elena y Gran Bretaña vio el camino abierto para convertirse en la potencia dominante del mundo.
Gordon Corrigan ha recorrido los campos de batalla de la época napoleónica y nos ofrece un relato fascinante de la campaña y sus escenarios. Detalla, además, los puntos fuertes y las debilidades de cada uno de los ejércitos implicados —francés, británico, holandés, prusiano y alemán—, de sus diferentes armas —infantería, artillería y caballería— y de sus hombres, oficiales y, sobre todo, comandantes.
Antes de que empezara el combate, Napoleón le comentó al mariscal Soult: «Le digo que Wellington es un mal general, que los ingleses son malos soldados y que esto será pan comido». Se equivocó, y este espléndido libro demuestra cuánto.
Gordon Corrigan recibió su despacho de oficial de la Real Academia Militar de Sandhurst en 1962. Fue condecorado con la Orden del Imperio Británico (militar) en 1996 y se retiró de los Reales Fusileros Gurkha en 1998. Es miembro de la Comisión Británica de Historia Militar, fellow de la Real Sociedad Asiática y liveryman de la Venerable Compañía de Herreros. Es autor de varios libros sobre historia militar, entre los que destacan: Sepoys in the trenches, Mud, blood and poppycock, Blood, sweat and arrogance, The Second World War y A great and glorious adventure.
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