Oscar Wilde tenía la capacidad de adentrarse en el alma de las personas. Sus personajes están cargados de “verdad”, de la esencia de lo que estamos formados cada uno de nosotros.
En 1891 escribió su única novela, El retrato de Dorian Gray, en donde se hallan la ironía, el ingenio, la elegancia y la estética propios del conjunto de su obra literaria. Su protagonista ha sido acusado de ser una figura corrompida y corruptora, pero, como declara Wilde en las palabras preliminares: “No existen libros morales o inmorales. Los libros están bien escritos o mal escritos. Eso es todo”. Dorian está sujeto a los poderes de un misterio, que traslada las huellas del paso del tiempo a su retrato, mientras su propio rostro permanece inalterado e inalterable.
Esta novela es uno de los indiscutidos clásicos modernos de la literatura occidental y tuvo numerosas adaptaciones cinematográficas y televisivas.