Sherlock Holmes es el detective más famoso de todos los tiempos. Alto, delgado, terriblemente inteligente, el solitario inglés sólo hallaba remedio a su aburrimiento resolviendo los casos policiales más complejos.
Las aventuras de Sherlock Holmes (1892) reúne doce relatos protagonizados por Holmes y narrados por el leal Watson: “Un escándalo en Bohemia”, “La Liga de los Pelirrojos”, “Un caso de identidad”, “El misterio del valle de Boscombe”, “Las cinco semillas de naranja”, “El hombre del labio retorcido”, “El carbunclo azul”, “La banda de lunares”, “El dedo pulgar del ingeniero”, “La diadema de berilos” y “El misterio de Copper Beeches”.
Uno de esos libros atrapantes, que no tienen desperdicio, lleno de intriga y finales inesperados.
“Pensar de tarde en tarde en Sherlock Holmes es una de las buenas costumbres que nos quedan”.
Jorge Luis Borges
Arthur Conan Doyle (Edimburgo, 1859 - Crowborough, Reino Unido, 1930) pertenecía a una familia católica de origen irlandés. Pasó su adolescencia en un internado jesuita, donde comenzó a crear relatos que fascinaban a sus compañeros.
Estudió Medicina en la Universidad de Edimburgo allí conoció a futuros escritores famosos, como James Barrie y Robert Louis Stevenson, y al doctor Joseph Bell, dueño de asombrosas habilidades de observación y deducción, que le inspiraría su personaje más famoso: Sherlock Holmes.
Entre 1882 y 1890 ejerció como médico en Southsea, Inglaterra, pero el fabuloso éxito de los relatos de Holmes lo impulsó a abandonar la medicina y profesionalizarse como escritor.
Cuando estalló la guerra de los bóeres, sirvió como médico militar. En reconocimiento por su acción, fue  nombrado caballero en 1902.
Viajero, político, deportista, hombre de familia, espiritista, sir Arthur Conan Doyle es recordado ante todo como el escritor que creó al detective más célebre de la literatura.